Americanah

Chimamanda Ngozi Adichie

Julio 27, 2017
(Editado: Julio 27, 2017)

Una novela más para el club de lectura democrático que comencé y que tiende fuertemente hacia la literatura reciente y popular. Americanah fue una alegre sorpresa, a pesar de mis prejuicios hacia las novelas que aún no superan la prueba del tiempo. Me queda claro por qué cumple con los requisitos para lucir el laurel de “National Bestseller” en letras rojas sobre la portada de mi edición: una temática cosmopolita y actual, una astuta crítica social y líos románticos cotidianos; pero también poca innovación literaria y falta de autoconciencia. Pero bueno, no escribo estas notas para “reseñar” y criticar las obras que leo, aunque desde que comencé a escribirlas la gente insiste en que leyeron mis “reseñas”. En cambio, aquí están mis divagaciones sobre lo que pensé leyendo Americanah.

Mientras discutía la novela con mis compañeros del club, alguien mencionó que el blog de Ifemelu es en realidad la única oportunidad de la protagonista para conectar directamente con el lector. Esto dado que el narrador, aunque se esconde detrás del velo de la vida de Ifemelu, es en realidad omnisciente porque habla en tercera persona y en ocasiones parece saberlo todo. Y a pesar de que escasea el contenido del blog a lo largo de la novela, el lector puede fácilmente generar un lazo fuerte con Ifemelu. Éste es el efecto de un narrador parcial, uno que se encarga de contar una perspectiva única y fácil de identificar, que aparenta omnisciencia pero que rara vez la ejerce. Esta situación invita a una pregunta interesante: ¿De qué sirve hacer una distinción entre un narrador parcial y un narrador personaje? Podría parecer que el primero es un fenómeno nacido meramente de la conveniencia para el autor de escribir una novela en tercera persona y con poderes descriptivos suprahumanos. Tanto con el narrador parcial como con un narrador protagonista el lector podría vigilar los sentidos de Ifemelu y estudiar sus pensamientos. Además, un narrador parcial como el de Americanah es usualmente conservador en cuanto a sus descripiones del espacio y el tiempo, estrechando la distancia entre ambas clases de narrador. Para contestar la pregunta es necesario ignorar la capacidad de transmisión perceptiva del narrador y más bien concentrarse en su capacidad persuasiva: la cosmovisión de Ifemelu es un poco más convincente cuando se distancia de ella. Una trama narrada por una protagonista atrapada en conflictos emocionales y que además vive de sus críticas intencionalmente arbitrarias (intencional con referencia a la estrategia narrativa, que incluye una fuerte autocrítica) en un blog resultaría insoportablemente empalagosa y parcial. Como tal, un narrador que es omnisciente y ajeno a la vida de Ifemelu es crucial para allanar el panorama temático y crítico de Americanah; para restituirle a Ifemelu la fiabilidad que merece pero que sus emociones y prejuicios le arrebatan en ocasiones.

Cambiando de tema, creo que Americanah se salva de ser demasiado superficial gracias a su constante autocrítica. En numerosas ocasiones Ifemelu y su blog son atacados por ser muy “flojos”: llenos de observaciones pero sin ninguna sustancia. El paralelo con la trama de Americanah es claro, pues ésta se caracteriza por contener basta descripción y crítica pero escasa meditación. Es irritante leer una novela poco autoconciente principalmente porque permite al lector convertir sus desacuerdos en críticas concisas. Por el contrario, cuando una novela es introspectiva no es tan fácil acusarla de estar llena de agujeros y puntos ciegos, pues aunque es posible que se ignoren estos problemas, queda abierta la posibilidad de su exclusión intencional (donde la intención pertenece a la novela en sí, no al autor). Esta intención es otro más de los emocionantes grados de libertad de la ficción.